domingo, 23 de enero de 2011

Naturistas Intolerantes Afectan el Manejo Sostenible de Fauna

        Espero que los lectores que no sean afines a la cacería tengan el criterio suficiente para comprender que el texto que acontinuación aparece no tiene el ánimo de ofender, sino a manera de reflexión, porque todas las ideas merecen respeto, como el que los cazadores pedimos. Es por ello que el título de este texto, que originalmente era "eco-fascistas", que pareció ofender a algunas personas, por lo que lo he cambiado por el actual.

Ante la necesidad psicológica de expresar mi frustración hacia el deterioro ambiental que está acabando con las selvas y bosques de México, con su fauna, y por consiguiente con nuestra afición, decidí crear este espacio virtual. Además de ser un ejercicio para dar orden a algunos conceptos y espero pueda ayudar a otros aficionados a la caza a aterrizar sus ideas, y a aquellos críticos de la misma, si bien no quiero hacerlos cazadores de corazón, hacerlos reflexionar y que reconozcan nuestra actividad como un beneficio a la ecología en nuestro país, de un respeto mútuo.

En los últimos años he conocido a mucha gente de los que llaman tree-hugging yuppies, que se autonombran ecologístas, naturistas, vegetarianos o aficionados al buen ejercicio que es el yoga, que en general son gente buena, con ganas de mejorar su entorno y de proteger nuestra flora y fauna. Algunas de éstas personas, son amigos, otros familiares que respeto y aprecio o gente que he conocido en el hacer de la vida diaria. He escuchado a éstos naturistas expresarse de la manera mas víl respecto de los cazadores y de la cacería. Esto me llena de dolor y frustración, por lo que deseo poderles transmitir este amor que sentimos los cazadores hacia la actividad y poderlos ilustrar un poco.

 ¿Cómo explicarles ésta noble afición? ¿Porqué se expresan así?  Los verdaderos ecologístas conocen la devastación de las selvas porque al campesino no se le ha dado otra opción, pero en vez de satanizarlos, se le presentan alternativas para proteger sus bosques, alternativas para reproducir su fauna por medio de la cacería.

Me gustaría explicarles a ellos, los naturistas amateurs, esten abiertos a investigar sobre los temas, no solo porque esté de moda, que investiguen el tema, que conozcan como los cazadores han evitado la extinción del Orix Cimitarra. Cómo en España hay tanto venado gamo en los cotos de caza que incluso representan un problema por los accidentes automovilísticos en las carreteras , explicarles como la cacería tiene como efecto necesario la protección de la fauna. Me encantaría explicarles como la ciénega de Sisal estaría devastada ya, si no hubiera un interés de los pobladores en protegerla, por ser ellos los mejores protectores de sus lagunas al ser ellos mismos; los guías en la caza del pato, los protectores de la ciénega.

Ojeando un ejemplar de la revista Caza Mayor, me encontré con un artículo que expresa el sentir al respecto de muchos de los seguidores de San Huberto, que transcribo a continacíón:

LA TRISTE TARDE DE UN CAZADOR
Guillermo Arriaga
Revista Caza Mayor #3, Febrero 2001 y #20,  noviembre 2006

      "Soy Cazador. cazar me apasiona, le da sentido a una parte fundamental de mi existencia, me conmueve. Como toda grán pasión es imposible describir las emociones que suscita. Su fuerza, su belleza, su crueldad. El dolor, la furia, la trizteza, la frusración, la culpa, la humildad. Porque cazar me ha hecho más humilde. Siempre más humilde.
       La Cacería me parece uno de los últimos y más profundos ritos a los cuales puede acceder un hombre. un rito ancestral que nos pone en contacto con la vida y la muerte, con las hondas paradojas del amor y del dolor que significa todo sacrificio.
      Es difícil explicar el por qué soy cazador, sobre todo en una sociedad cada vez más urbanizada; he viajado cazando por grán parte del país y núnca un campesino me ha reprochado que cace...Son quienes han perdido todo contacto con la naturaleza quienes no comprenden el sentido de la cacería.
     Somos una especie sentada en un trono de sangre. Cada uno de nuestros actos destila muerte y destrucción. Subir a un auto significa contaminar; vestir prendas sintéticas significa destrucción de hábitats (sic). Lo mismo que lavar con detergente, cultivar legumbres, volar en avión, pavimentar una calle, comer una hamburguesa. No hemos dejado de matar y de destruir. Simplemente hemos delegado estas funciones en otros; en el carnicero que sacrifica las reses, en los campesinos que queman montes para sembrar, en los ingenieros que arrasan con bosques para construir conjuntos habitacionales.
      Empaquetamos la muerte, la higienizamos, nos distanciamos de ella. Pero la muerte sigue rondándonos. Porque la muerte es parte de la naturaleza. Porque la muerte es parte de la vida.
     El cazador no delega, él mismo consuma el sacrificio. Pero lo hace dándoles oportunidad a los animales, siguiendo sus reglas del juego. Y mientras más cazador se es, más se respetan estas reglas. Y es cierto: cazar es cruel. Pero más cruel, me parece, es mantener mascotas dentro de pequeñas jaulas o peces en acuarios, apilar miles de pollos en un gallinero estrecho, transportar puercos en diminutas celdas, marcar ganado. Cruel es la infame manera en que cientos de animales mueren quemados al desmontar terrenos. El trono de sangre.
     Me parece hipócrita entonces la actitud de quienes juzgan la cacería. Así es el nuevo puritanismo. Han sustituido el sexo por la muerte. Prohíben y recriminan en nombre de esta nueva moral que se escandaliza con lo que no comprende. Y para estos puritanos de lo que se trata es de prohibir, restringir, coartar, imponer su visión a los demás.
     Es indudable que es necesario entablar una relación armónica con la naturaleza: cuidar, conservar, restaurar. Y hacerlo con inteligencia, sabiduría, diálogo. La ecología debe ser un pretexto para el encuentro, no para el autoritarismo. Porque en nombre de los sagrados valores de la ecología se esconden corrientes autoritarias, intolerantes, "moralistas". Personas cuya vocación no es la naturaleza, sino el poder, la prohibición, la prepotencia: son los eco-fascistas.
     A mi la cacería me ha permitido conocer mucha gente, establecer amistades de años. Sobre todo, con ejidatarios y pequeños propietarios. Me he sentado a su mesa a comer, he dormido en sus casas y charlado largas horas con ellos. La cacería nos ha permitido comprendernos, querernos, compartir. Porque la cacería es un encuentro entre humanos. Un encuentro que se ha repetido día con día a lo largo de la historia..."